domingo, 8 de noviembre de 2009

LA ESCUELA DEL 2018

Ahora que las investigaciones más recientes parecen mostrar que el sueño de una escuela que contribuya a compensar las desigualdades sociales se desvanece, ahora, más que nunca, considero necesario reivindicar la capacidad de la escuela para mejorar el mundo. Sé muy bien de lo que hablo: yo soy uno de tantos que superaron un origen social "humilde" gracias, fundamentalmente, al esfuerzo de unos padres convencidos del valor de la educación y, sin la menor duda, a todo lo que recibí de mis maestros y profesores durante los años que pasé en el colegio y en el instituto. La familia es determinante, los que estamos en esto lo sabemos bien, pero no es menos cierto que podemos influir en la vida de nuestros alumnos, transmitiéndoles el entusiasmo por aprender, alimentando esa curiosidad por el mundo que nos rodea que es innata en todo ser humano, ayudándoles a crecer como personas, a reconocer su potencial y a desarrollarlo con la mayor plenitud posible.

Para todo esto hacen falta recursos, es cierto: espacios adecuados y suficientes, ratios bajas, medios informáticos que permitan incorporar las TIC como algo cotidiano en el aula, apoyos, formación permanente y apropiada para los profesores... Añadamos a esto el apoyo social inequívoco y manifiesto a la labor del profesorado, comenzando por nuestros responsables políticos, y puestos a pedir, unos medios de comunicación que no se dediquen a transmitir, con la excusa del "todo vale", aquellos valores que contradicen casi todo lo que intentamos fomentar día a día en nuestras aulas.

Una escuela así es posible, pero debemos construirla entre todos.

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